He vuelto a ver la serie Reina Roja, basada en los libros de Juan Gómez Jurado y que me salvaron la vida en el confinamiento. Uno de los personajes protagonistas, Jon Gutiérrez, (interpretado de forma magistral por, mi admirado nivel leyenda, Hovik Keuchkerian https://hovikvuelvealstandup.com/) repite en varios momentos de la serie, “ya me lo dice mi amatxu, que soy rarito”. Lo expresa desde la seguridad y el pleno reconocimiento porque se lo hicieron sentir desde la dignidad, el amor y la validación. Qué diferente es, a sentirse rarito cuando esa sensación se acopló al Ser desde la negligencia o el rechazo, tratando de darle sentido, “me rechazan, será que soy raro”, “no me miran porque no me lo merezco, será que soy raro”.
Sentirse rarito desde la vergüenza o sentirse rarito como un Ser del que puedes sentirte orgulloso
Desde el amor piensas “yo pertenezco” “soy digno de ser querido”, sientes orgullo, te conectas desde la seguridad con el mundo y vives libre. Desde el rechazo piensas “no pertenezco, soy raro” y llega el dolor emocional que es también físico, te desconectas del mundo, y la vergüenza somática se ad-hiere como una segunda piel para mal-vivir.
Deseos de Año Nuevo
Qué hermoso sería un mundo en el que nos sintiéramos raritos por ser especiales, por saber que somos personas únicas. Un mundo donde nuestras figuras adultas de referencia nos ofrecen lo que necesitamos para crecer y desarrollarnos de forma plena: mirada de amor incondicional. Qué hermoso sería un mundo que se lo pusiera más fácil a esas personas adultas y pudieran sentir seguridad, tener tiempo, y desplegar esa mirada y esa conexión para la que estamos biológicamente diseñados. Dicen que soñar es gratis, yo digo que para muchas personas puede ser peligroso, pero qué se yo.